Aunque nace en la parte antigua, el malecón es, sobre todo, el rostro de la Habana de los 50, de una ciudad que pretendía empinarse por encima para alcanzar a las grandes capitales de América. Tanto en la zona de la bahía, con su vista hacia el Castillo de los Tres Reyes del Morro y su embarcadero para viajar a Casablanca, como en la parte que limita el Vedado, el muro del malecón es el sitio propicio para recibir en plena ciudad el aire de mar y el saludable salitre.
Los españoles levantaron esta fortaleza en la entrada del puerto, entre los años 1589 y 1630. El objetivo era proteger la rivera de las incursiones piratas y las flotas enemigas. Este castillo es uno de los símbolos de La Habana. En 1762, cuando los ingleses tomaron la ciudad, el Morro fue defendido hasta el último hombre y Luis de Velasco, que mandaba a los asediados, prefirió la muerte a la rendición. Sin embargo, lo que lo hace más querido para los habaneros es su faro, construido en el lugar hacia 1845. El precio de la entrada es de USD 4.
Rodeado de majestuosas edificios de principios del siglo XIX, el Parque Central (o José Martí) fue construido en 1903. Es un parque grande rodeado de algunos de los mejores hoteles y restaurantes de la Habana Vieja, tales como el Hotel Sevilla, el Hotel Plaza y el Hotel Inglaterra. Los jardines, bien diseñados, son notables por sus árboles y altísimas palmas reales. Todo un paraíso nocturno para mucha gente que aquí se da cita mientras escucha la música que llega de los clubes locales y de un teatro cercano. Este es un sitio seguro y bien iluminado.
Reputado por su belleza y magnificencia, es reconocido como uno de los más destacados en Latinoamérica. Construido en 1876, alberga cerca de un millón de tumbas, cuyas lápidas están adornadas con trabajos de importantes escultores cubanos como Ramos Blancos, entre otros. Es conocida la práctica de santería (costumbres religiosas afrocubanas) en Cuba, y el cementerio no podría ser la excepción. Así, es común encontrar junto a muchas tumbas pequeñas muñecas de trapo de colorido vestuario, que sirven como ofrendas a las deidades de estos cultos. Es muy popular aquí la leyenda de "La Milagrosa", mujer que murió al dar a luz y cuyos restos fueron hallados -tiempo después- junto a los de su bebé, pese a haber sido sepultados en tumbas separadas. Allí dejan sus ofrendas muchos católicos.
Este museo-iglesia fue un viejo convento construido en 1734. La espaciosa edificación es una admirable muestra de la arquitectura de estos tiempos. Aquí puede apreciarse exposiciones de pintura antigua, algunas de las cuales han sido traídas del exterior. También se destacan una serie de estatuas y figuras de índole religioso. En la entrada se observa una excavación que muestra las catacumbas que se hallan bajo la iglesia. Hay dos piezas de gran importancia: la estatua de Jesús hecha en cristal (obsequiada a Fidel Castro por la Madre Teresa), y las sillas usadas por Castro y el Papa.
Máxima expresión de la arquitectura religiosa del siglo XVIII, en su fachada se distinguen columnas, nichos y cuadrifolios, en contraste visual con la asimetría de sus torres. Su cercanía al mar y su ubicación, dominan una de las primeras plazas de La Habana y sus intramuros, donde se establecieron los jesuitas hasta su expulsión; fue consagrada como Catedral de La Habana en 1789. Los altares presentan copias de Rubens y Murillo y en la parte alta del coro aún se conservan los frescos del italiano Perovanni. Aquí reposaron los restos de Cristóbal Colón de 1796-1898. Como escultura excepcional aparece el San Cristóbal, Santo Patrón de La Habana, realizada en 1632 por Martín Andújar en Sevilla.
Ocupa un monumental edificio contemporáneo, donde estuvo una vez el Auditorium de La Habana. Cuenta con dos salas, Amadeo Roldán y García Caturla, dedicadas a ofrecer conciertos de orquestas sinfónicas, pianistas, música clásica y contemporánea. Es además sede de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba y de eventos internacionales como el Encuentro Internacional de Guitarra, de gran repercusión en el continente. Horarios: Sala Amadeo Roldán: miércoles y jueves, 20.30h, domingo 17h. Sala García Caturla: sábados 18h, domingos 21h
Considerada por muchos, en su época, como una obra inútil y costosa, "La Muralla de la Habana", iniciada por los españoles y concluida hace más de tres siglos, es un imponente testigo de la historia colonial de esta extraordinaria ciudad. El proyecto que la originó pretendía resguardar la villa de los ataques de corsarios y piratas. Para eso, se construyó un muro sólido con varias puertas que se cerraban a una hora determinada. Sin embargo, esta muralla no pudo impedir que La Habana se extendiera más allá de los muros y esto marcó su fin. Fue parcialmente demolida en 1603, pero aún se conservan los siguientes tramos: Tramo 1: Calles Égido y Desamparados. "Puerta del Arsenal". Tramo 2: "Garitas del Ángel", frente al Museo de la Revolución. Tramo 3: "La Maestranza", Avenida del Puerto.
Located a short drive away from central Havana, Estudio Taller Santacana is a lovely gallery featuring the works of local artist Beatriz Sala Santacana. The place has a charming interior that's filled with unique pieces created with a deeper thought process. Ceramics are Beatriz's forte, and the gallery displays a number of sculptures for you to choose from. The place's layout lets patrons browse the collection peacefully, and the artist herself is available on site to entertain your queries, on most occasions. In addition to art, at Estudio Taller Santacana there are smaller articles like jewelry pieces, etc. that make great souvenirs.
Su nombre nos recuerda a Julio Antonio Mella, gran revolucionario cubano asesinado en 1929 durante la dictadura de Gerardo Machado. Ocupa un edificio contemporáneo, con 1475 localidades, cuenta con un escenario convencional. Ofrece espectáculos variados, revistas musicales, recitales y teatro. Es además sede del Conjunto Folklórico Nacional, el cual organiza una peña cada sábado a partir de las 15h. En el vestíbulo hay una pequeña galería que expone fotografías de Tina Modotti, la famosa fotógrafa comunista italiana que falleció en México y fue en vida, compañera de Mella.
Aunque nace en la parte antigua, el malecón es, sobre todo, el rostro de la Habana de los 50, de una ciudad que pretendía empinarse por encima para alcanzar a las grandes capitales de América. Tanto en la zona de la bahía, con su vista hacia el Castillo de los Tres Reyes del Morro y su embarcadero para viajar a Casablanca, como en la parte que limita el Vedado, el muro del malecón es el sitio propicio para recibir en plena ciudad el aire de mar y el saludable salitre.
La piedra al desnudo, colocada en bloques, forma paredes y columnas que cierran las arcadas, conservando con ellas el aire vetusto del palacio. Esta edificación, además de ser la mayor obra monumental de los tiempos de la colonia, fue durante 176 años el asiento del Ayuntamiento de la Habana. El patio central y las galerías de las dos plantas conducen hoy a las distintas salas del Museo de la Ciudad, en un recorrido que comienza con la sala del Cabildo y los salones del antiguo palacio y culmina en las habitaciones dedicadas a contar la historia de la guerra contra el poder español y el comienzo de la República.